Con Amiga Viajera decidimos recorrer entre algunos países, Jordania.   Armamos el tour nosotras, a gusto y piacere.

Después de visitar Israel, desde Jerusalén, nos dirigimos al paso fronterizo del puente Allenby/Rey Hussein, donde te bajan de la combi,  te suben a un bus para cruzar la frontera propiamente dicha  (son 200 mts),  y te devuelven las valijas del otro lado (sea cual fuere),  es decir que uno no las pasa,  solo te quedas rezando esperando encontrarlas.

Esto pasó fines de septiembre del 2001,  la fecha del atentado nos sorprendió viajando, pero decidimos continuar con lo programado.

Si siempre hubo controles exhaustivos entre los dos países, imagínense en esa época… Salimos de Israel sin ningún problema y llegamos a la oficina de inmigración Jordana.  Alrededor de 5 hombres, militares, ninguno civil, que nos miraban,  sonreían y cuchicheaban entre ellos. Ver a dos mujeres solas (y ni hablar con lo lindas que somos) les llamaba la atención (recuerden, 13 años atrás).   No eran disimulados ni les importaba serlo!

En fin,  ya reencontradas con las valijas,  Los guías y tours entraban a buscarte a un hall, una vez que ellos llegaran, paso siguiente tendríamos que salir del hall  e ir a por una suerte de galpón donde  pasábamos  con todos los bultos por un detector de metales.  Así que  nos quedamos esperando que vinieran a buscarnos para llevarnos al hotel  en Amman.

Cri cri…cri cri…  pasaron las horas, la gente fue saliendo hasta que nos quedamos solitas las dos con la mejor cara de poker, esperando… y nada che, ni el loro!

Mientras los empleados fueron muy amables,pero miraban y sonreían tan insistentemente que ya molestaba.

En ese entonces, mi inglés no era muy fluido (ahora tampoco) pero lo suficiente para entenderlos y hacerme entender… claro si alguno hablara algo del idioma, no?

Habíamos llegado al mediodía.  Vi que en el estacionamiento, a unos 50 mts había taxis.    Luego de 4 hs de espera  calcule que entre los trámites faltantes y el viaje al hotel nos llevaría 2 hs mas y se venía la noche.  Le insistí a Amiga Viajera para irnos. La prioridad fue rajar de ahí!

Le dijimos al que mas o menos algunas palabras en inglés sabía que nos ibamos, así que puso en marcha el scanner de equipajes. Pasamos las dos divinas, las valijas bien, pero la mochila de Amiga Viajera quedó retenida.  Chan chan chan chan…. sonaba música de peli de suspenso…

«Y ahora que pasa?» nos preguntamos… «Porque la retienen?», «será la yerba? » (porque siempre viajamos con el mate, teníamos yerba para 40 días!), » no debe ser tan grave, está el agente solo, no le pidió a nadie mas que venga a revisarnos» pensamos… jeje… ilusas, ni nos imaginábamos!

En eso, vemos que saca algo del bolsillito de la mochila, nos mira como si fuera Stallone en Rambo y  midiendo los silencios, imprimiendo suspenso al asunto nos dice, «guat is this?» OMG!!!!!!!!!  Era un tampón!!! El ñato encontró un tampón suelto,  esos envueltos en papeles de colores, y era turquesa rabioso!

Pensó que era una bala? Podría ser, tiene una formita, ahora lo tenía en la mano, al tocarlo debió darse cuenta que no era metal… pensé que nos estaba cargando!

Bien, pónganse en situación: dos mujeres solas en el medio de desierto, cayendo la tarde, él hablando muy poco inglés, aunque yo lo hablara perfecto: ¿como le explico a un militar musulmán machista que eso es un objeto de uso femenino???? Y encima en  otro idioma que no entiende bien??? Como yo soy muy solidaria, le dije a Amiga Viajera: » ah no, es tuyo, explicale vos que es, aunque tengas que hacerle una demostración»,  el temita es que ella no habla una palabra de inglés, y el oficial no hablaba ni francés ni italiano, menos español… así que como pude, tratando de no ofenderlo tampoco y con una sonrisa todo el tiempo, lo mas suavecita posible, le dije que las mujeres lo utilizabamos en nuestros días femeninos… pero no entendió.  Le dije que una vez por mes  podían usarlo solo las mujeres… casi le digo que lo abra…

Conteniendo la risa (a ver si se enojaba) y hablando entre nosotras la mejor forma que entendería,  le dije que me avergonzaba explicárselo y no sabia como hacerlo: estuvimos alrededor de 40 minutos así.

De golpe se iluminó y entendió. Fue la única vez que vi a un hombre ponerse tan colorado como tomate a punto de reventar,  pidió disculpas todas las veces que pudo, nos dejó pasar y se fue corriendo. Seguramente pensó que eramos unas «casquivanas».

Entonces tomamos un taxi hasta el hotel.   Resulta que nos habían cambiado de hotel sin avisarnos (me caché en dié). Pero esa es otra historia, al final ya en la habitación y tomando unos mates, no paramos de reírnos y comentar la cara de asombro y vergüenza del pobre agente de inmigración, si nosotras no nos olvidamos, estoy segura de que el tampoco… Hasta la próxima!

007 Viajera, Silvita Viajera