«Vedere Roma e dopo morire», reza el refrán. La primera vez que visité Roma, allá por el 2003, tengo que ser sincera, no me enloqueció. Me sentía en un libro de historia, con construcciones salidas de enciclopedias que poco me llamaban la atención. (Silvita Viajera, la culta e historiadora de la familia, debe estar leyendo y agarrándose la cabeza)
¡Qué equivocada estaba en ese entonces! Tengan en cuenta que solo estuve dos días en un viaje express #SubloStyle. No entendí absolutamente nada, nada de NADA!